jueves, 23 de febrero de 2012

Sobre ser rico en España, ahora

LOS RICOS NO SE VAN
 
Mis conocidos millonarios, que son casi todos (los escojo cuidadosamente porque siempre espero que un día se estiren a escote para pagar mi funeral) me dicen cuando les cuento mis patetismos económicos: "yo no sé qué haces aquí, que aún no te has ido de España". Por contra, yo no sé qué qué hacen aquí aún mis conocidos millonarios. Tiene mucho más sentido que yo esté aquí que el que estén ellos. Al fin y al cabo, en este país yo cada vez estoy más entre mi gente. No digo entre españoles, que cada vez hay menos (los españoles ya sólo reconocen que lo son para poder jugar la Liga de fútbol y concurrir a las Olimpiadas) sino entre los pobres, que cada vez hay más. ¿Dónde iba a estar yo peor que aquí? Para poca salud, ninguna.
 
En cambio, mis ricos, en esta España a la que ya sólo faltan las columnas para ser Grecia (a su vez, Atenas es "Albacete con columnas", como la definió Manuel Alcántara) estarían en otros sitios mejor -y, pronto, también más seguros- que aquí. En cualquier lugar, por ejemplo, donde en los semáforos no se paren con su "mercedes" de gama alta y un peatón con pinta de liberado sindical les increpe, indignado: "¡empresario, que eres un empresario!", según escena verídica a la que he asistido estos días. Esto se está empezando a poner desagradable para las muestras ostensibles de tener dinero, pero ninguno de mis ricos se ha largado del país. Yo no tengo donde caerme ni siquiera vivo sin que me multen por arrojar basuras fuera de horario, pero mis conocidos, con su vida resuelta, podrían sentar sus reales (y no sólo sus reales, también sus duros y hasta sus billetes de quinientos "napos") donde quieran. No. Siguen aquí, "sufriendo por la patria", dicen, compungidos. ¿Por la patria?
 
Los ricos españoles en realidad siguen en su pueblo porque no se considerarían ricos si se largan del pueblo. El multimillonario español no es un rico "en sí" ni "para sí", por utilizar terminología sartriana, sino un multimillonario para los demás. El rico español en un país donde pasara anónimo, inadvertido, no se sentiría suficientemente envanecido. Se daría a la melancolía. El rico español no sabe bien qué hacer con el dinero, más que se conozca socialmente que lo tiene. No disfruta de sus riquezas: disfruta sabiendo que sus coterráneos las conocen. El potentado español suele construirse un "chalete" de "to esto que se divisa es mío" justo en el lugar absurdo y polvoriento donde, remontándonos esa generación que le separa del hambre, su madre los trajo al mundo entre vecinas parteras y gallinas picoteando, pero no se lo ordena construir en esos lugares exclusivos y elegantes del mundo donde a nadie repararía en él. A los lugares exclusivos y elegantes se va quien asalta un furgón blindado, pero no mis conocidos honradamente multimillonarios, que se sienten a gusto en España, donde hay tanto disgusto. Sienten que han triunfado aquí, donde tienen términos de comparación, rodeados de desastre, pues todo el mundo es lo bastante fuerte moralmente como para soportar las desgracias ajenas. Sienten que por fin han llegado a la cumbre cuando en los semáforos les increpan, por la ventanilla del "haiga": empresario, que eres un empresario.

1 comentario:

  1. Jose Antonio, totalmente de acuerdo... Me alegro de haber encontrado tu blog.

    ResponderEliminar